Francisco Merino
Comunicación Integral
Apareció un buen día grabada en una gran piedra, después de un derrumbe de esos a los que el Utcubamba nos tiene acostumbrados en estos meses y que el maestro Avelino Salazar, vecino caclino con manos de artista, solo repasó hábilmente, develando esta bella imagen que permaneció por décadas a orilla de carretera, de la vía que el mismo río invadía año a año, coincidentemente solo hasta unos metros de su santuario., como respetando, como cuidando.Cuantas veces pasé frente a ella en la “Mister”, aro 26, llanta balón, azulita; cuando niño tocaba pasar vacaciones en el fundo y cruzar esos entonces largos dos kilómetros para llegar hasta el Puente de Caclic, donde doña Zoila -mama Zoilita- y el “Infierno” -su esposo- ya tenían el pan caliente, que debía llegar temprano a la mesa; así, como salió del horno.Cuantas anécdotas, como aquella en la que un día pasamos con el vochito familiar por la vía inundada, con la ventaja que el escarabajo lleva el motor atrás, lo que hace que el vacío que deja la corriente, permita que el agua no ingrese a la toma de aire; cosa que vio un inexperto chofer del “Olano”, la empresa que unía Chachapoyas con la costa, lo viera e intentará cruzar también. Con tan mala suerte que a los 10 o 15 metros de agua, el motor aspirara agua, apagándose irremisiblemente ante las carcajadas de los locales, que tuvimos que sacar uno a uno a los pasajeros.Y cuantas fiestas con banda y voto, y juerga de tres dias, remojada con Guarapo Macho, cañazo y cerveza. (Y su vinito también, “Pa que se pique el cura” y se quede al responso); hicieron también en su honor, por devoción los muchos, por gratitud algunos, pero también los más por que la vida se celebra y es la ocasión para que la gente del campo, la que sabe sacar peras al olmo y los más dulces frutos al cálido valle, cante, baile y chupe, festejando su fe , esa fe que les trasladaron sus padres y a ellos sus abuelos, esa fe; no de sufrimiento, sacrificio y expiación, sino de alegria, gratitud y de fiesta que estoy seguro quiere Dios que se tenga y que es la fe de nuestro pueblo.Tu que no eres del valle y que no sabes lo que es sacar plateados por costales en garlito, por estos meses cuando el rio crece y se ensucia. Lo que es sacar “Caramelo” del perol caliente donde hirvió el jugo de caña para la chancaca. Que vas a saber del choclo cocido apenas segundos en la melaza, del agua de Puquio, de chelita enfriada en orilla de río, que vas a saber tu cómo suena la madrugada en la chacra , mezcla de río, chicharra y canto de cuanto animal tiene alas… seguro que no entiendes de lo que estoy hablando. Pero si un día pasas por allí, escuchas banda y ves a gente que goza el solo hecho de estar viva, baja; baja y llega con confianza. Y comparte la alegría de mi gente, que siempre tiene los brazos abiertos para todos.Hoy don Avelino ya no está, mi padre y su generación de fiesteros, tampoco, la Virgen tuvo que trasladarse a otro lado; más abajito, donde su capilla es más grande y ya no se tiene que cerrar la carretera para la fiesta; pero hay aún gente que mantuvo viva la fiesta, con cuetes, avellanas, cadenas de papel cometa: blanco, celeste, rojo, verde y bombardas. Este año solo fue casi virtual, la “Novena” la “Víspera” y la fiesta.Pero estoy seguro qué pasa la peste y volveremos bajo el Manto de la Dolorosa a celebrar la vida y la fe; esa fe “que ni el más tenaz racionalismo puede vencer” como decía German, mi hermano mayor, cuya memoria también debe rondar por allí al igual que todos esos viejos fiesteros que año a año hicieron, hacen y harán que nuestra hermosa fe continúe viva.Volveremos virgencita.