Cuenta la Leyenda….

Cuenta la Leyenda….
06/09/2020 Sin comentarios Viajes fmerinov

Que los distritos de Cumba, Yamón y Lonya Grande, fueron víctimas permanentes del bandolerismo en antaño y luego, ya por estas épocas; de asaltantes de carreteras, siempre atentos a los viajes de agricultores y comerciantes cargados del dinero producto de las ventas de Café y Cacao, para asaltarlos en las interminables curvas de las dos vías de acceso a la zona; la tradicional, que parte de Corral Quemado y la más reciente pero aún no consolidada, que inicia en Bagua Grande y cruza en su ascenso amplios valles y hondonadas cubiertas de bosques primarios, que hacen que el recorrido de tres horas valga la pena.

La gente tiene varias versiones de como empezó la leyenda, los más dicen que fue durante uno de los frecuentes atracos, en el que el asaltado opuso resistencia y logró matar a más de un asaltante, que hizo por un lado que los familiares del fallecido juraran la clásica venganza y por el otro, despertaran en el ajusticiador, tanto un temor por ella como las ganas de terminar con este azote de los distritos de la orilla del Marañón. Finalmente el fin del bandolerismo significaría el inicio de su tranquilidad.

Y así nació la Leyenda de Crisho.

Uno a uno fue desapareciendo a los asaltantes del lugar, imponiendo su Ley con sus propias manos, ante el asombro y aprobación de vecinos y autoridades, hasta restablecer la seguridad en las solitarias carreteras de esta boscosa y agreste zona. Día a día se difundían como pólvora encendida las hazañas de Crisho y la gente de pronto lo veía tanto en la plaza de Cumba, como en la ruta, en algún lejano rincón de la carretera, o encaramado en la moto de un vecino que gustoso lo llevaba, por que significaba también la seguridad para su viaje.

Crisho anda, según los viajantes, siempre cargado de una mochila que lleva colgada del pecho; con una mano en ella para extraer con facilidad una de las tres o cuatro armas que lleva dentro, para el caso de encontrarse con un bandido.Su facilidad para disparar sin apuntar, apenas empuñando el arma dentro de la mochila o el bolsillo, le dan ventaja para acabar con la vida de quienes intentan terminar con la suya, y tiene el sueño muy ligero para escapar de la policía, que también lo busca para hacerle pagar por los bandoleros muertos.

Cuenta también la gente que un día, en un momento de descuido, fue atrapado en la Plaza de Cumba y llevado ante la autoridad, que le preguntó cuántas muertes tenía en su haber, a lo que Crisho respondió: “Ustedes llevarán la suma, porque cada vez que hago una, les aviso, yo ya perdí la cuenta.

La población de los tres distritos cuando se enteró de la captura, hizo memoriales, marchas y hasta reunió una colecta que dicen alcanzó los cuarenta mil soles para pagar abogados que logren su liberación. Crisho, sin embargo, llegó a estar unos meses en prisión. En este tiempo se produjeron tres muertes de viajeros por causa de los asaltos que regresaron nuevamente a la zona, finalmente regresó Crisho y terminó con los malechores, con lo que regresó la tranquilidad a los pueblos.Intrigado por la historia, consulté a una persona notable de la zona sobre Crisho a lo que me respondió: “Bueno, este pata… si pues, encuentra a los choros y los mata pues…

Me contaron toda esta historia en un humilde restaurant de la ruta, como muchos, donde todos, viajeros y naturales se hacen amigos y se comparten los temas de actualidad y leyendas – en este caso, no leyendas urbanas sino quizá rurales – en una mesa, el chofer y el ayudante de la 4 x 4 que nos conducía hasta Yamón. En la otra, mas viajeros y el mecánico que reparó el terminal de dirección de la camioneta que casi nos lleva a bañar al Marañón y en la tercera, dando la espalda al vértice de la pared; un personaje con voz aguda y una mochila de tela en las piernas, muy amable me invitó a visitar un día su casa en El Palto y luego de la amena conversa, salió a tomar el sol, “porque desayuno ya tomé”, como dijo al salir.

Yo pregunté si era cierto todo lo que se contó en primera y segunda persona, pensando que se trataba de una broma a lo que muy serios todos contestaron que es cierto.

Había compartido un almuerzo con Crisho; leyenda viviente y Robin Hood de Amazonas.

Traté de seguirlo para obtener la foto con la que habría acompañado este post, pero ya no estuvo; se fue. Quizá trepado de una moto de algún vecino o en algún carro de una institución o agricultor, o sencillamente a pié, como también viaja, siempre con la mano en la mochila, presto a “salir volao”; atento a lo que sucede a su espalda y cuidando la tranquilidad de los tres distritos que también -en correspondencia- lo protegen, informan y religiosa y voluntariamente le asignan un monto mensual, que garantiza que “Crisho el Vaquero” o “El Vaquero Crisho” siga recorriendo los caminos imponiendo tranquilidad en la ruta.

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Francisco Merino

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